¿Sabías que, en los Estados Unidos, más de 300 personas mueren diariamente debido a accidentes cerebrovasculares?
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Esa alarmante cifra, además de ser reflejo de la prevalencia de estilos de vida poco conducentes a la buena salud, denota el desconocimiento generalizado entre la población sobre la importancia del manejo adecuado de las condiciones cardiovasculares y cómo prevenir complicaciones mayores.
Una de las principales causas de los derrames cerebrales lo es la arritmia conocida como fibrilación atrial. De acuerdo con el cardiólogo Antonio Renta Muñiz, la fibrilación atrial consiste de coágulos que se acumulan en las cámaras pequeñas del corazón y que, al desprenderse, pueden navegar por el sistema circulatorio y alojarse en el cerebro o en alguna extremidad, deteniendo el flujo sanguíneo y provocando así ataques cerebrales o una embolia arterial.
Por lo general, la fibrilación atrial es producto de un ritmo cardiaco caótico, en el que el corazón late irregularmente. Palpitaciones, molestias en el pecho, falta de aire y mareos son algunos de los síntomas que perciben los pacientes de esta condición, que es considerada la forma de arritmia más común entre los adultos mayores y que aumenta por cinco veces la probabilidad de sufrir un derrame.
Según el doctor Renta Muñiz, a partir de los 65 años de edad, el riesgo de padecer de fibrilación atrial incrementa 1.4% anualmente.
“Eso quiere decir que si tenemos entre 75 y 80 años ese riesgo ha ido aumentando de manera dramática”, sostuvo el especialista, quien estimó que cuatro de cada cinco pacientes con esta forma de arritmia superan los 65 años.
Aunque ocurre con menor frecuencia, también se dan casos de fibrilación atrial que no presentan síntomas evidentes al paciente. Es por ello que el cardiólogo insistió en la importancia de realizarse exámenes periódicos, así como aprovechar las ventajas de la tecnología, tales como las aplicaciones de celulares que miden el ritmo del corazón.
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“Si se ve un ritmo que no es regular, que es un poco caótico, ese es el momento de ir inmediatamente al médico”, alertó Renta Muñiz.
Una vez se diagnostica la fibrilación atrial, el curso a seguir generalmente dicta un tratamiento inmediato con anticoagulantes para evitar un derrame cerebral o el desarrollo de una embolia arterial. En caso de que se utilice un anticoagulante con base de warfarina, el paciente deberá realizarse laboratorios de sangre que midan regularmente los niveles de coagulación en el sistema.
Luego de la estabilización inicial, preferiblemente, se trabajará con el paciente para devolver su ritmo cardiaco a sus niveles normales, el llamado ritmo sinusal. Renta Muñiz recordó que, en casos de fibrilación atrial, además de los latidos irregulares, el corazón tiende a presentar un ritmo extremadamente acelerado.
“Es bien importante la detección, pero a la misma vez tomar acción sobre la detección porque si el paciente tiene fibrilación atrial hay que tratarlo. No hacerlo expondría al paciente a un derrame arterial o a una embolia arterial sistémica”, puntualizó el cardiólogo.