Una reciente investigación relaciona los incomodos, molestos y muchísimas veces muy dolorosos, grados de migraña con la humedad y lluvia.
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La reciente investigación nipona asegura que los cambios de climas, en especial, cuando se presenta muchas veces en las temporadas de otoño la lluvia y humedad, puede activar los dolores de cabeza.
Las estadísticas de la Organización Mundial de la Salud no fallan cuando aseguran que a nivel mundial, un 30% de la población es más sensible a los fenómenos meteorológicos y los cambios del clima a tal punto que pueden predecir si va a llover por el dolor de sus articulaciones o hasta pueden llegar a sufrir de migraña simplemente por la lluvia.
Bajo esa premisa el doctor Kazuhito Kimoto, de la Universidad Médica Dokkyo de Japón investigó y llegó a la conclusión que la venta de analgésicos aumentaba cuando los valores del barómetro se desplomaban.
Kimoto primero pidió a 28 personas con migraña anotaran sus síntomas por espacio de un año. Luego relacionó esos datos con la estación del clima local y descubrió que muchas veces el dolor de cabeza ocurría con la bajada de la presión atmosférica.
Otra investigación similar, pero en la revista científica Cephalalgia estudió a una población de 1.200 personas con migraña y estableció el cambio del clima como el cuarto desencadenante de migraña más frecuente.
Además de la lluvia y humedad, otros de los fenómenos climatológicos que pueden influir y ayudar a que aparezcan la migraña son:
· Tormenta eléctrica. El aire frío y el aire caliente colisionan y dan lugar a una intensa diferencia en la presión barométrica que da lugar al viento y la lluvia, y que puede inducir el dolor de cabeza, de tipo tensional, sinusal, o que presente síntomas de migraña.
· Cambios bruscos de temperatura. Como los que afectan al cuerpo cuando pasamos de un ambiente muy frío a uno muy caluroso, o viceversa; algo frecuente en invierno, cuando entramos a un local o vivienda con la calefacción muy alta después de haber permanecido en el exterior a bajas temperaturas, y en verano cuando, por el contrario, pasamos de una estancia excesivamente refrigerada al calor del exterior. El exceso de luz, solar o artificial, también puede provocar dolor de cabeza.