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Cáncer de mama en perras y gatas: síntomas y tratamientos

Nuestras mascotas también pueden padecer de cáncer de mama. La buena noticia es que cada vez hay más avances que permiten tratar

Uno de los cánceres más comunes en la especie canina y felina es el cáncer de mama. En el caso de las perras, éstas poseen unas diez glándulas mamarias, distribuidas en dos cadenas simétricas a cada lado del cuerpo, desde el pecho hasta la ingle. La mayoría se producen en perras de más de seis años, con mayor incidencia hacia los diez años. En las gatas, la edad de mayor incidencia es entre los ocho y los diez años y con una probabilidad de malignidad mayor (90%) que en las perras (45%).

Este tipo de cáncer se puede detectar mediante examen físico, al palpar la presencia de un bulto o masa indolora en una o varias mamas. Las mamas conocidas como inguinales son las más afectadas con mayor frecuencia. La masa varía de tamaño, tiene un contorno más o menos definido y se adhiere a la piel. En ocasiones puede parecer como una herida en el área del pezón del animal.

Mayormente, este tipo de cáncer en perras y gatas se atribuye a razones hormonales; cuando la mascota no ha sido esterilizada o son tratadas con anticonceptivos y con progestágenos. El beneficio mayor es si se esteriliza antes del primer celo ya que se reduce la incidencia por un 99.5%, antes del segundo celo un 92% y antes del tercer celo un 26%.  El beneficio se minimiza significantemente después del tercer celo, por lo que se recomienda la esterilización temprana de la mascota.

Cuando se diagnostica, casi siempre se recomienda realizar una cirugía, a excepción de aquellos casos que ya exista una enfermedad terminal o metástasis. Diagnósticos comunes ante la sospecha de tumores mamarios incluyen pruebas de sangre y orina, radiografías, sonograma abdominal, aspiración para citología o biopsias.  Las sesiones de quimioterapia también pueden ser consideradas como medidas de prevención de futuros tumores en algunos tipos de cánceres mamarios.

Además del examen físico y notar algún enrojecimiento, sangrado y úlceras asociadas con los pezones, otras posibles señales son

  1. dolor en el área de las mamas
  2. agrandecimiento de los nódulos linfáticos
  3. pérdida de peso
  4. letargo
  5. debilidad, temblores, salivación
  6. falta de apetito
  7. dificultad para respirar, si se ha propagado a los pulmones

Al igual que en los humanos, los exámenes físicos son una buena medida preventiva. Se debe procurar atención veterinaria rápida ante cualquier cambio o presencia de masas, enrojecimiento, inflamación, secreción o dolor. Para más información, puede llamar al Colegio de Médicos Veterinarios de Puerto Rico al 787-249-5304.

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