Ejercicio físico, terapias del habla y ocupacional, y grupos de apoyo son un complemento necesario a la medicación que debe tomar un paciente diagnosticado con Alzheimer, si se quiere retrasar algunos de los efectos de la condición.
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Estas terapias, generalmente ofrecidas por terapistas ocupacionales y patólogos del habla, ayudan al paciente practicar las destrezas del lenguaje y sus funciones ejecutivas. Refuerzan su sentido de orientación, atención, organización, estimulan la memoria y promueven la diversión, un aspecto importante para evitar la depresión y frustración del paciente, explicó la patóloga del habla y lenguaje Natalia Sánchez.
“La meta es el mantenimiento de las destrezas de comunicación cognitivas, que es la base del pensamiento, y la socialización trabajando individual y en comunidad de pacientes”, dijo Sánchez.
El Alzheimer es un trastorno irreversible del cerebro que causa un deterioro progresivo de la memoria y las funciones cognitivas del individuo. Se estima que más de 6.5 millones de personas en los Estados Unidos padecen la enfermedad. En Puerto Rico, un reciente informe del Recinto de Ciencias Médicas de la Universidad de Puerto Rico indicó que más de 116,000 sufren de Alzheimer o demencias relacionadas, una cifra que podría duplicarse para el 2050.
La investigación científica sigue avanzando en búsqueda de soluciones para atender esta condición neurodegenerativa. El pasado julio, la Administración Federal de Drogas y Alimentos (FDA, por sus siglas en inglés) otorgó su aprobación a Leqembi, un medicamento reduce las llamadas placas amiloides que se forman en el cerebro y se han identificado como la característica distintiva del Alzheimer. Este medicamento es recomendado para pacientes en etapa leve.
“Lo que recomendamos es combinar el medicamento con terapias desde etapas tempranas”, indicó Sánchez. Sostuvo que, al recibir el diagnóstico, muchos pacientes tienden a sentir tristeza y a deprimirse. Comenzar con terapias grupales les ofrece la oportunidad de socializar con personas en situaciones similares, ofrecerse apoyo y, ¿por qué no?, divertirse.
Una de las primeras señales que presenta un paciente es que olvida el nombre de algunos objetos o situaciones (anomia), habla en oraciones más cortas o solo ofrece respuestas como “sí” o “no”. Sánchez explicó que las terapias del habla le estimulan para que no tema comunicarse, a la vez que ejercita la memoria. La especialista sabe de pacientes en etapas avanzadas que, gracias a este tipo de terapias logran mantener conversaciones en las que sus interlocutores no se dan cuenta de su diagnóstico. La disfagia o problemas de tragado es un problema que también puede prevenirse con estas terapias, añadió.
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“Dentro de la terapia se pueden usar estrategias compensatorias, como utilizar agendas, ponerle rótulos a los objetos de la casa para que se mantenga leyendo y no se frustren”, expuso la patóloga del habla y lenguaje.
El cuidador debe integrarse a la terapia, pues le permite aprender las estrategias para replicarlas en casa o corregir aquellas prácticas que no favorecen al paciente y a la convivencia en su hogar. Sánchez recordó como prácticas claves que el paciente de Alzheimer debe ejercitarse para aumentar la oxigenación, seguir aprendiendo y crear rutinas que le ofrezcan seguridad, y reduzcan su ansiedad.