Uno de los fenómenos más dinámicos de la Internet es la tendencia tan humana de querer compartir. En el caso de la Web, es compartir información a tutiplén.
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Es un mecanismo potente que funciona con mucha diligencia digital y debe ser utilizado con generosidad, pero de modo prudente y con seguridad.
La tendencia natural es que los internautas tienden a repartir los temas que le interesan en las Red.
Primero hay una tendencia muy fuerte a compartir contenidos entretenidos con familiares y amistades. Un motivador potente a compartir ocurre cuando el material contiene aspectos emotivos a escala humana. Lograr que una persona llore, se sienta feliz, le provoque lastima, humor o hasta exasperación, es materia que tiende a ser compartida con vigor. La astucia radica en que tal contenido no insulte o ofenda las creencias universales de los seres humanos. Es decir, debe ser lo suficiente pícaro o inspirador, pero a un modo liviano, no ofensivo.
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Otro motivador robusto para compartir, es dar buen material educativo. Todo lo que ayude a ilustrar un hecho, un asunto, tema o un enigma, es difundido de manera animosa por toda la Web. Pero ojo, hay algunas trampas en este tipo de contenido. No confunda rumores, chismes y suposiciones con materia instructiva. Difunda temas ilustrativos que sean veraz y precisos. O al menos, de buena tinta.
Un tercer mecanismo que mueve al cibernauta a retransmitir toda información que impulse una buena causa. Es la dinámica principal que mueve las palancas de ese otro fenómeno digital que es el llamado crowdsourcing, o proyectos grupales. ¿Quién no recuerda la causa benéfica que motivó a millones de personas en el mundo entero a derramarse de manera absurda una cubeta de agua congelada por la cabeza?
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Es decir, busque causas nobles en boga a través de las redes sociales, coloque contenido relevante sobre ese tema y verá cómo sus conectados lo echan hacia adelante a otros usuarios de la Red.
Y, en el fondo del barril –motivo menos elegante pero igual de potente que los demás– es el narcisismo. Si le espetamos un nombre más elegante a esto dentro de la cultura de la Web, pues sería: personal branding. Si usted provee contenidos que de algún modo ayude a dar una buena imagen a las personas de su red o a la propia personalidad, pues adquiere seguidores leales.
No tiene que ser algo personal o específico, sino a modo general, describir o aludir a las características que hacen lucir bien a las personas. A modo de algún ejemplo, elogiar a los amantes de las artes, o a los conductores civilizados o pintar de un modo positivo a los padres protectores, pues agrada a muchas personas. Reparta fotos, textos o videos, mems o gifs sobre como ser un buen amigo o un cónyuge, etc. No es ser zalamero, sino saber acudir al ego natural de los seres humanos y a su interés por la personalidad de otros seres humanos.
La principal estrategia para capitalizar con ese afán de compartir que tanto cunde en la Web, es aprovechar la potencia de las redes sociales como plataformas de co-difusión.
Sólo hay que saber que cada tipo de plataforma social a atrae a distintos tipos de difusores de contenidos. En otras palabras, no hay una formula universal para todas las redes, pues se trata de una infraestructura muy compleja y tan diversa como la misma humanidad.
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Los usuarios de Facebook tienden a compartir más contenidos de entretenimiento y a ser más narcisistas que los de Twitter, LinkedIn o Pinterest. Los de Twitter les fascina repartir eventos humanos inusuales e historias de deportes en cantidades industriales. Los de Facebook son más liberales en compartir temas políticos, pero mucho menos que los blogueros. Temas religiosos son compartidos escasamente en casi todas las redes.
Una buena estrategia de red social es saber el momento adecuado para colocar un contenido con afán de que sea compartido. Es poco probable que los internautas sociales compartan un mensaje sobre un evento a tres a cinco días de ocurrir. Igual ocurre en la dinámica de las noticias. En ese sentido, la tendencia a compartir sobre un evento en las redes caduca casi siempre a las 24 horas de acontecer.
¡A compartir!
Esta columna expresa solo el punto de vista de su autor. Rafael Matos es periodista y profesor de multimedios. Puedes contactarlo a través de cccrafael@gmail.com.